La Verdad Última Parte

La Verdad, El Tiempo y La Historia
por Goya

Tipos de verdad

Subjetiva y objetiva

Las verdades subjetivas son aquellas con las cuales estamos más íntimamente familiarizados,
puesto que su contenido de verdad encuentra su fundamento en el propio sujeto que conoce 
y formula dicha verdad. 
Son las verdades de la propia experiencia. 
El subjetivismo es la teoría que considera que todas las verdades son subjetivas, 
es decir, dependen del sujeto que conoce.


A veces se considera impropiamente como condición subjetiva
el hecho de que el sujeto no sea el sujeto individual
sino el sujeto trascendental kantiano.

Pero en ese caso se justificaría la objetividad del conocimiento
con independencia de la formulación de un sujeto individual.
En ese caso hablamos de un antropocentrismo gnoseológico. ​

En contraste, las verdades objetivas pretenden ser independientes
de nuestras creencias subjetivas y gustos
y el fundamento de las mismas independiente del hecho de ser conocida por el sujeto individual.
Tal es la pretensión de la verdad científica.
Cuando se reconoce que hay o puede haber otros puntos de vista o
forma de conocer entonces más que de subjetivismo se debe hablar de perspectivismo. ​

Relativa y absoluta
Las verdades relativas son aquellas ideas o proposiciones
que únicamente son verdad en relación a alguna norma, convención o punto de vista.
Usualmente, la norma mencionada son los principios de la propia cultura.
Todo el mundo acuerda en que la veracidad o falsedad de algunas ideas es relativa:
Si se dice que el tenedor se encuentra a la izquierda de la cuchara,
ello depende de desde dónde uno esté viendo.
Sin embargo, el relativismo es la doctrina que señala
que todas las verdades de un dominio particular (dígase moral o estética)
son de esta forma, y el Relativismo implica que toda verdad sólo es en relación a la propia cultura. Por ejemplo, el relativismo moral es la perspectiva
que apunta a que todas las verdades son socialmente inspiradas.
Algunos problemas lógicos sobre el relativismo se explican en el artículo falacia relativista.

Las verdades relativas pueden ser contrastadas con las verdades absolutas u objetivas.
Estas últimas son ideas o proposiciones que serían verdaderas para todas las culturas y tiempo.
Estas ideas frecuentemente son atribuidas a la misma naturaleza del universo, de Dios,
la naturaleza humana o a alguna esencia fundamental o significación trascendente.

Lo absoluto en un dominio particular del pensamiento
es la visión de que todas las proposiciones en tal dominio
son absolutamente ciertas o absolutamente falsas sin restricción o condición alguna.
El absolutismo moral es la visión de que las normas y principios morales
son absolutamente, es decir incondicionados
completamente verdaderas o falsas para todas las culturas en todas las eras
y en toda situación dada con independencia de los individuos afectados.


Ontológica y epistemológica

· Predicado de una realidad: verdad ontológica.
· Predicado de un conocimiento, creencia, proposición, o enunciado: verdad epistemológica.

Estas dos formas de consideración de la verdad 
no siempre aparecen claras en el uso vulgar de la palabra.

En el primer caso se usa para distinguir una realidad 
como realidad verdadera en oposición 
a una realidad “aparente”, “ilusoria” “irreal” o “inexistente”; 
lo que ocurre cuando tomamos una realidad por “otra”. 
En este sentido afirmamos, es “oro falso” o “falso oro”, parece oro, pero no lo es. 

En el segundo caso se utiliza con referencia al conocimiento 
en cuanto contenido de una creencia, proposición o enunciado 
que puede ser “verdadero o falso” según se corresponda o no 
con la realidad que pretende expresar.

En un sentido no crítico la verdad epistemológica 
se suele tomar como correspondencia necesaria con la ontológica. 
Por ello es el sentido más vulgar y corriente de lo que se entiende por verdad.

El sentido ontológico constituye el fundamento de cualquier concepto de verdad, 
si bien en la filosofía actual este sentido de la verdad 
se valora bajo un supuesto de condiciones estructurales del proceso del conocimiento 
y no como un contenido concreto de realidad plenamente conocida.

Sin embargo la posibilidad misma del conocimiento de la verdad 
así entendida es rechazado por los escépticos 
considerando que no es posible para el conocimiento humano 
el conocimiento de la realidad.

El máximo exponente de una filosofía 
basada en este sentido de verdad ontológica es Platón. 
​Los cristianos y escolásticos encontraron la solución 
situando esa verdad en el mismo conocimiento divino, 
pues el conocimiento de Dios es un acto creador 
pues en Dios conocimiento y realidad coinciden; 
en cambio los conceptos humanos son entes de razón con fundamento en la cosa. ​
Los escolásticos afirmaban que el “ente” poseía la cualidad de su propia verdad. 
Omne ens est verum, con independencia de su ser o no ser conocido.

Los racionalistas e idealistas, 
Descartes, Spinoza, Leibniz, Hegel, y Russell o Ludwig Wittgenstein 
en un determinado momento de su pensamiento pensaron también así:​ 
todas las verdades, en último término, 
han de ser verdades de razón para Dios donde alcanzan su carácter absoluto. 
Bien se entienda por Dios un Ser Trascendente, 
bien sea entendido en un sentido panteísta identificado 
con la Naturaleza o el Espíritu o la Humanidad o la Ciencia. 

El empirismo puro, por el contrario, piensa que todo conocimiento 
es verdad de hecho relativa a la realidad “conocida” por la experiencia, 
y no es posible el conocimiento metafísico como en los escépticos.

En la actualidad, dada la valoración 
que se tiene de la posibilidad de un conocimiento metafísico 
de la “realidad en cuanto tal” este concepto no suele ser tenido mucho en cuenta.

La verdad lógica, (hoy día más bien se denomina "epistemológica"), 
como conocimiento de verdad objetiva encuentra su máximo exponente en la verdad científica. 
Hoy es más propio denominarla verdad epistemológica, 
a fin de evitar la confusión con el sentido lógico-formal característico de la lógica formal.

La filosofía en la actualidad considera la verdad científica 
como tendencia que se dirige a un horizonte abierto 
de experiencia superior a la mera conciencia; 
en un proceso de acercamiento permanente hacia el conocimiento de lo real. ​

Lo que deja el ámbito de la verdad abierto a otros tipos de conocimientos verdaderos 
no sometidos estrictamente al ámbito y al método científico. ​

Material y formal

La verdad formal se entiende solo en el sentido de verdad lógica, 
como tautología, que no habla del mundo. 
La verdad material, epistemológica, por su parte, tiene un contenido cuyo referente es del mundo; 
en el supuesto, por otra parte, de que dicha verdad 
pretende tener su referente en la verdad ontológica; 
dicha relación de referencia no es directa 
y difícilmente asequible al conocimiento a posteriori de la experiencia, 
pues no aparece una relación sin más evidente; 
tal es el esfuerzo de la investigación científica. 
En la conciencia no crítica o vulgar consideramos 
y suele mantenerse una identidad tal cual entre lo real 
y la realidad en tanto que conocida, 
pues tal distinción no es útil en la vida ordinaria. 

La verdad formal se establece entre el contenido significativo de verdad 
de una expresión lingüística concreta (o de un discurso o de una obra completa) 
y la estructura de la proposición o conjunto de proposiciones 
en que se resuelve dicha expresión lingüística como lenguaje formalizado, 
analizada según un sistema o cálculo lógico.


Consideremos el contenido de verdad de la frase siguiente: 
«Si todos los elefantes tienen alas y todos los seres alados vuelan, entonces los elefantes vuelan». 
El contenido de la frase como discurso, 
respecto a la verdad de su contenido significativo en el mundo, 
es claramente falso. 
Este discurso en cuanto a su contenido material, es falso. 
Su verdad material es falsa.

Sin embargo en cuanto a su forma o estructura lógica, 
es una verdad no solo respecto a este discurso concreto 
sino que todo discurso que mantenga la misma forma o estructura lógica 
será siempre y necesariamente lógicamente verdadero. 
Su forma lógica hace verdadero el discurso en este sentido. 
Su verdad formal es verdad.

Verdad moral

Es la concordancia entre lo que se dice y manifiesta con la palabra o con la acción 
respecto a la creencia en lo que es verdadero. 
Su contrario no es lo falso o el error sino la mentira.

Su manifestación es una virtud moral, esto es: 
ser veraz, decir, usar o profesar siempre la verdad.

Verdad e historia

Sin duda alguna es un momento histórico el día que Aristarco de Samos 
concibió como verdad que la tierra gira alrededor del sol. 
Por lo mismo es un "acontecer histórico" la evolución que dicha idea 
como verdad ha recorrido a lo largo de los siglos 
hasta Copérnico y al S. XVII en que definitivamente 
es "aceptada" como verdad por la comunidad científica, 
y más tarde como "verdad social y cultural".

Asimismo es un acontecer histórico la influencia cultural 
y los hechos que se han derivado de tal conocimiento 
tanto en el mundo de la ciencia como en el de la cultura.


No obstante estos dos aspectos no afectan al contenido de la verdad como tal. 
Si desde siempre, eternamente ha sido verdad 
y lo sigue siendo que "la tierra gira alrededor del sol", 
tales aconteceres mundanos ​no afectan en absoluto a la verdad como tal verdad ontológica. 
Tales son los supuestos del "realismo". 

Ahora bien, ¿podemos afirmar que esa verdad, en cuanto verdad, 
existía cuando dicho conocimiento verdadero no existía? 
¿No tendríamos que afirmar 
que dicha verdad aparece según un momento de desarrollo histórico cultural de la racionalidad, 
que "hace verdadero" no solo el hecho del giro de la tierra alrededor del sol, 
sino el nuevo concepto de "cielos", "astros" "tierra" etc. 
y las modificaciones que introducen en el mismo concepto de hombre, conocimiento, historia? Porque dicho conocimiento, en tanto que verdadero, 
es un momento más del "devenir" de lo real en tanto que realidad, 
pues en definitiva la verdad racional no deja de ser un momento del devenir de lo real.

La historicidad de la verdad racional 
no consiste por tanto en decurso, ni tempóreo ni temporal, de una actualidad, 
sino que consiste en un modo de constitución de la actualidad de lo real: 
en ser actualidad posibilitada, actualidad cumplida. 

Zubiri. op. cit. p. 304

La verdad racional, como problema, en encuentro mundanal, 
posibilitante de posibilidades, surge como cumplimiento, 
puesto que es actuación en un logos, es lógica; 
pero al mismo tiempo, por ello mismo, 
la verdad racional es cumplimiento, es decir "realización de posibilidades". 
Se trata de la actuación realizada por una potencia individual, sin duda alguna, 
pero es al mismo tiempo una actualización realizada de las cosas, 
puesto que dicha verdad no es algo separado del proceso en que se cumple. 
En este sentido la verdad es un hecho, como actuación de una "potencia" (la acción humana), 
al mismo tiempo que "suceso" como realización de posibilidades, 
que es precisamente en lo que consiste la esencia de lo histórico. 

Que la verdad racional tiene historia es una trivialidad, como hemos visto antes. 
Es obvio que está condicionada en su devenir 
por las condiciones materiales y culturales de un momento histórico.

Pero parece importante subrayar otro aspecto: 
"ser histórico" no significa lo mismo que "ser historia", 
aspecto que ahora queremos destacar. 
La verdad racional tiene un carácter intrínseco y formalmente histórico en cuanto verdad.

Algo que para el realismo clásico resultaría absolutamente inconcebible.

Es evidente que lo real en cuanto real no tiene por qué ser histórico. 
Cualquier planeta descubierto o astro por descubrir 
en cuanto real no tiene un ser histórico en cuanto realidad. ​

Pero en cuanto "actualización racional" que la constituye como verdad mundanal 
(y por tanto conocida) sí lo es. 
En definitiva la verdad racional tiene por un lado un carácter de encuentro: es verdad lógica. 
Pero por otro lado tiene un carácter de cumplimiento: es verdad histórica.

Verdad y valor

La realidad histórica de la verdad racional lleva implícita una consecuencia importante: 
La verdad racional es la realización de un valor a posteriori. 
Esto evita toda complicidad con todo historicismo 
que pretende establecer la verdad racional "a priori", (Popper op. cit.).

Si la verdad racional permanece en la historia lo es en tanto que realiza un determinado valor: 
Ser al menos provisionalmente la actualización del conocimiento 
en tanto que éste interpreta el "verdadear"​ de la realidad.

En efecto no cabe duda de que la "Teoría de la gravedad aristotélica" 
hacía verdadero la "realidad mundanal" de la caída de los cuerpos. 
Sin duda alguna la "Teoría de la gravitación universal" de Newton 
hizo históricamente verdadero la misma realidad mundanal. 
Como ahora de hecho la "Teoría de la relatividad" 
hace verdadera la misma "realidad mundanal" 
conforme a nuevos parámetros racionales. 

¿Qué razón, es decir, qué verdad racional, justifica 
y hace posible la sustitución de una verdad por otra en tanto que racionales? 
¿Hay más de una "racionalidad" en la verdad? 
¿o son diferentes "justificaciones" racionales en cada momento o situación histórica y cultural 
según nuevos modos de interpretar la realidad percibida en la experiencia? 

A estas cuestiones no hay más alternativa que:

· admitir de modo "esencial" un relativismo absoluto, 
lo cual nos llevaría al absurdo de la carencia de justificación racional de la propia verdad.
· admitir un relativismo racional enmarcado por la realización de ciertos "valores racionales" 
o ejercicio de ciertas "virtudes doxásticas" que hagan posible construir un saber científico 
que nos permite construir una representación del mundo que tenga determinadas características: ​

o Eficacia instrumental
o Coherencia
o Alcance comprensivo
o Simplicidad funcional.

Una vez privados de la vieja idea realista de la "verdad como correspondencia" 
y de la idea positivista bajo cuya óptica la justificación 
se fija mediante "criterios" públicos, 
nos hemos quedado con la necesidad de considerar 
nuestra búsqueda de mejores concepciones de la racionalidad 
como una actividad intencional y humana, 
la cual, como cualquier actividad 
que se alce por encima del hábito y del mero seguimiento de la inclinación 
o de la obsesión, está orientada por la idea de lo bueno.

Putnam, op. cit. p. 140

Fuente Wikipedia

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