La Verdad 5ª Parte


Teorías actuales acerca de la verdad

Una teoría debe satisfacer dos propiedades fundamentales: ​
· Describir con precisión una extensa cadena de estructuras lingüísticas
sobre la base de un modelo que contenga unos pocos elementos arbitrarios.
· Poder realizar predicciones concretas 
acerca de los resultados de futuras estructuras lingüísticas utilizadas por los hablantes.

¿Es posible agrupar según caracteres y propiedades 
y clasificar en algún orden las teorías sobre la verdad?


Teoría correspondentista

Esta sección es un extracto de Teoría correspondentista de la verdad

La teoría correspondentista de la verdad, o teoría de la verdad como correspondencia, 
establece que la verdad o falsedad de una proposición 
está determinada únicamente por la forma en que se relaciona con el mundo, 
y si describe con exactitud (se corresponde con) el mundo. 
Según esta teoría, la verdad consiste 
en una relación de adecuación o concordancia entre el entendimiento que conoce y lo real, 
junto con la expresión de un lenguaje (lenguaje «apofántico» que llamaba Aristóteles), 
lenguaje propio de la ciencia, que expresa la verdad del conocimiento. 
No obstante en la actualidad, la no aceptación de un conocimiento metafísico de lo real, 
hace que esta teoría se considere referente a una oración o expresión lingüística 
que es verdadera cuando lo que dice es el caso. ​

La teoría de la verdad como correspondencia es quizás la teoría de la verdad más extendida.​
La idea general se remonta por lo menos a algunos de los filósofos griegos clásicos, 
tales como Sócrates, Platón y Aristóteles.​ 
Según la versión tomista de la adecuación, 
es el intelecto el que debe adecuarse a la realidad (asimetría adecuacionista): 
debemos pensar las cosas conforme a lo que son. 
Así, la proposición «llueve» será verdadera si, efectivamente, 
llueve en el momento en que se profiere;​ 
la proposición «Dios existe» será verdadera si Dios existe, etc.​ 
La teoría experimentó un resurgimiento a principios del siglo XX 
como reacción a la teoría coherentista de la verdad 
que sostiene que la verdad o falsedad de una proposición 
está determinada por su relación con otras proposiciones 
en lugar de su relación con el mundo. 
Por contraste, las teorías correspondentistas 
intentan establecer una relación entre los pensamientos 
o las proposiciones por un lado, y las cosas o los hechos por el otro. 
En su Tractatus logico-philosophicus, Ludwig Wittgenstein 
sostiene que el lenguaje —como serie de proposiciones lógicas— 
es una figura de la realidad. 

Teoría coherentista

Esta sección es un extracto de Teoría coherentista de la verdad

La teoría coherentista de la verdad, o teoría de la verdad como coherencia, 
es una teoría de la verdad que sostiene que una proposición es verdadera 
solo si es coherente con el resto de las proposiciones del sistema del que forma parte. 
Así, la proposición «3 + 5 = 8» es verdadera 
en la medida que es coherente con las reglas de la matemática elemental.

Un principio dominante de estas concepciones 
es que la verdad es sobre todo una propiedad de sistemas de proposiciones 
y que sólo se puede atribuir verdad a proposiciones individuales derivativamente, 
de acuerdo con su coherencia con el conjunto.​ 
Los teorizadores difieren principalmente 
en si la coherencia da lugar a muchos sistemas verdaderos posibles 
o si sólo hay un sistema verdadero. 
Por lo tanto, en general la verdad requiere la adecuación de los elementos en el sistema completo.
Ideas como esta forman parte de la perspectiva filosófica conocida como holismo teorético. 

En general se considera que la coherencia implica algo más que la simple consistencia lógica. 
Así, se considera que la completitud y la inteligibilidad de los conceptos 
son dos factores críticos a la hora de juzgar su utilidad y validez. 
Las teorías coherentistas de la verdad 
no consideran que la coherencia y la consistencia 
sean meramente factores importantes de un sistema, 
sino que estas propiedades deben de ser suficientes para su verdad.


Según otra versión de la teoría coherentista,
abanderada especialmente por Harold Henry Joachim, 
la verdad es una coherencia semántica que involucra algo más que la consistencia lógica. 
Con este punto de vista, una proposición es verdadera 
hasta el extenso de que es un constituyente necesario de un todo sistemáticamente coherente. 
Otros miembros de esta corriente de pensamiento, como Brand Blanshard 
sostienen que este todo debe ser tan interdependiente que todo elemento en él necesita, 
e incluso implica, cualquier otro elemento. 
Los exponentes de este punto de vista
infieren que la verdad más completa
es una propiedad que sólo puede tener un único sistema coherente, llamado el absoluto,
y que las proposiciones y sistemas humanamente cogniscibles
tienen un grado de verdad proporcional a cuánto se aproximan a este ideal.

Las teorías de la coherencia
distinguen el pensamiento de los filósofos racionalistas continentales,
especialmente Spinoza, Leibniz y Hegel junto con el filósofo británico Francis Herbert Bradley.​
Estas teorías se han revitalizado gracias a algunos partidarios del positivismo lógico,
notablemente Otto Neurath y Carl Hempel.

Teoría del consenso

Esta sección es un extracto de Teoría del consenso

Una teoría del consenso es cualquier teoría de la verdad que se refiere al concepto de consenso
como parte de su concepto de verdad.
Las teorías del consenso sostienen que la verdad requiere un procedimiento o acuerdo previo,
o conocimiento previo de pautas, o en algunas versiones,
que podría llegar a ser acordado por algún grupo específico,
siendo de especial relevancia el diálogo como aprendizaje de las condiciones de «igualdad de habla».​

Teoría pragmática

Esta sección es un extracto de Pragmatismo § Teoría pragmática de la verdad

Las teorías pragmáticas de la verdad afirman que una proposición es verdadera
si resulta útil o funciona en la práctica.
Así, la proposición «en verano hace calor» es verdadera
si constituye una buena guía para la acción,
esto es, si resulta útil para cualquier persona que la considere verdadera.
Hay que entender el criterio de utilidad
como una apelación a comprobar en la práctica la verdad de las proposiciones,
sin caricaturizar la premisa básica.
Si sucede tal y como la proposición indica, entonces es verdadera.
Así pues, según la teoría de la utilidad,
sólo podremos establecer la verdad de una proposición
cuando la comprobamos en la práctica.
Esta exigencia no se produce en la teoría de la correspondencia,
en la que una proposición es verdadera
si se corresponde con los hechos,
aunque éstos no puedan comprobarse.
Como es obvio, la comprobación de una proposición
está sujeta a ciertas limitaciones:
primero ha de ser verificable, y además la verificación no es infalible. ​

El papel de la creencia en representar la realidad es ampliamente debatido en el pragmatismo.
¿Es válida una creencia cuando representa la realidad?
Copiar es uno (y solo uno) modo genuino de conocimiento.
¿Las disposiciones de creencias que califican como verdaderas o falsas
dependen de qué tan útiles sean en la investigación y en la acción?
¿Es solo en la lucha de los organismos inteligentes con el entorno
que las creencias adquieren significado?
¿Una creencia solo se vuelve verdadera cuando tiene éxito en esta lucha?
En el pragmatismo, nada práctico o útil se considera necesariamente verdadero,
ni nada que ayude a sobrevivir meramente a corto plazo.
Por ejemplo, creer que mi cónyuge infiel es fiel puede ayudarme a sentirme mejor ahora,
pero ciertamente no es útil desde una perspectiva a más largo plazo
porque no concuerda con los hechos (y por lo tanto no es verdad).

Teoría deflacionaria

Esta sección es un extracto de Teoría deflacionaria de la verdad

La teoría deflacionaria de la verdad es una familia de teorías
que comparten la afirmación de que las aseveraciones
que predican la verdad de una proposición
en realidad no le atribuyen una propiedad llamada verdad
a dicha proposición o enunciado de la misma forma
que se atribuye una propiedad a un objeto cualquiera.

Las teorías que sostienen que la verdad es una propiedad de los portadores de verdad,
tal como interpretar que «algunas manzanas son rojas»
equivale a afirmar que «el rojo es una propiedad de algunas manzanas»,
se las llama teorías robustas (o inflacionarias) de la verdad.

Para tales teorías, la tarea es explicar la naturaleza de esa propiedad.
Los criterios de verdad definen qué se entiende por «verdad»
y nos ayudan a decidir si una proposición es verdadera o falsa.
Hay diferentes criterios de verdad, aplicables a distintos tipos de proposiciones.
Tales han sido tradicionalmente las teorías acerca de la verdad.

En la actualidad algunos filósofos rechazan la idea de que la verdad
es un concepto robusto en este sentido.
Desde este punto de vista, decir «"2 + 2 = 4"
es verdad» es no decir más que «2 + 2 = 4»,
y eso es todo lo que hay para decir acerca de la verdad.
Estas posiciones son llamadas teorías deflacionistas de la verdad
(porque el concepto ha perdido valor)
o también teorías desentrecomilladoras
(para llamar la atención a la mera «desaparición» de las comillas de citación en casos
como el del ejemplo de arriba).
La preocupación más importante de estas visiones
es aclarar esos casos especiales donde parece que el concepto de la verdad
tiene propiedades peculiares e interesantes.

Desde este punto de vista, la verdad no es el nombre de alguna propiedad de las proposiciones
—algo sobre lo que uno podría tener una teoría.
La creencia de que la verdad es una propiedad
es sólo una ilusión causada por el hecho de que tenemos
que predicar «es verdad» en nuestro lenguaje.
Como la gran parte de los predicados nombran propiedades,
nosotros asumimos de forma natural que «es verdad» también lo es.

Pero, de acuerdo con los deflacionistas,
las declaraciones que parecen decir la verdad
realmente no hacen más que indicar estar de acuerdo con la declaración.

Es común entender que la verdad es una propiedad de las proposiciones verdaderas,
en el mismo sentido que rojez es una propiedad de las cosas rojas.
Las afirmaciones como «esa oración es verdadera»
se analizarían como oraciones de sujeto-predicado comunes
y su verdad dependerían del tipo de concepción particular de la verdad que se maneje.
Esta postura de la verdad se denomina «teoría inflacionaria de la verdad»

Otras teorías

El constructivismo sostiene que la verdad
es construida por procesos individuales y sociales
sin correspondencia biunívoca con las relaciones con el entorno.

El conocimiento «no se recibe pasivamente, ni a través de los sentidos,
ni por medio de la comunicación, sino que es construido activamente
por el sujeto cognoscente».

«La función del conocimiento es adaptativa,
en el sentido biológico del término,
tendiente hacia el ajuste o la viabilidad».

«La cognición sirve a la organización del mundo experiencial del sujeto,
no al descubrimiento de una realidad ontológica objetiva».

Existe una exigencia de socialidad,
en los términos de «una construcción conceptual de los “otros”»;
en este sentido, las otras subjetividades se construyen
a partir del campo experiencial del individuo.
Según esta tesis, originada en Kant,
la primera interacción debe ser con la experiencia individual.

Partiendo de la definición kantiana entre fenómeno
y noúmeno el conocimiento es una construcción mental.
Todos los tipos de experiencia son esencialmente subjetivos,
y aunque se puedan encontrar razones para creer
que la experiencia de una persona puede ser similar a la de otra,
no existe forma de saber si en realidad es la misma.

Por teoría se entiende, en sentido estricto, 
una entidad abstracta que constituye 
una explicación o descripción formal 
de un conjunto relacionado de observaciones realizadas en el lenguaje natural. 
Una teoría se establece sobre hipótesis. 
Abarca, por lo general, determinadas reglas.

Padilla Gálvez, J., op. cit. p. 74

Definiciones formales de verdad

Concepto semántico de verdad


Alfred Tarski

El problema: ¿Se puede presentar una definición satisfactoria que sea materialmente adecuada
y formalmente correcta del término verdadero? ​
Tarski demostró que la aplicación no paradójica del concepto de verdad
depende de la distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje.

Esta distinción le permitió formular una teoría semántica de la verdad.
Según Tarski, la verdad de un enunciado en un lenguaje objeto
se debe declarar siempre desde un metalenguaje,
o de lo contrario se cae en paradojas semánticas como la paradoja del mentiroso.
Por ejemplo, dada una oración como "la nieve es blanca",
si se quiere declarar su verdad, se debe escribir algo como lo siguiente:

"La nieve es blanca" es verdadera.

Se ve así cómo la oración en cuestión está siendo mencionada, no usada.
Mientras la oración está expresada en el lenguaje objeto,
la declaración de su verdad se hace desde el metalenguaje.

La condición de adecuación material de Tarski
supone que toda teoría de la verdad implica,
para cada oración P del lenguaje objeto X para el que se define la verdad,
que 'P' (nombre de oración) es verdadera
si y solo si P (lenguaje objeto que habla del contenido semántico material de 'P',
bien sea la referencia a algo del mundo,
bien sea a su vez, referente a otro lenguaje objeto Y).

Se establecen de esta forma, niveles de lenguaje
en el que cada nivel establece su contenido de verdad.
Cada nivel de verdad se establece mediante subíndices.
Tarski enuncia una teoría semántica de la verdad como teoría formal de la misma:

Definición formal de verdad

Para un lenguaje formal dado,​
construido mediante las operaciones comunes del cálculo de predicados de primer orden,
que llamamos lenguaje objeto, y le asignamos un nivel de lenguaje L0:

'P' es verdadero si y sólo si P.​

La definición de "verdadero"
adopta con referencia al lenguaje objeto el concepto de "satisfacción".
Las oraciones abiertas​ son elementos del lenguaje para el que se define la verdad.
Tales funciones proposicionales no son ni verdaderas ni falsas en sí mismas, (no son proposiciones)
sino funciones que son satisfechas por unos objetos y no satisfechas por otros.
Tales funciones necesitan de la interpretación de un lenguaje que especifica los objetos
como argumentos de la función que satisfacen cada elemento.
Una oración cerrada, como proposición,
es una función proposicional con nombres de objetos
en el lugar de las variables o con variables lógicamente cuantificadas.
Como proposición lógica dicha oración puede ser verdadera o falsa.

Tarski afirma que una oración es verdadera en su nivel de lenguaje objeto
si y solo si es satisfecha por todos los objetos con que se ha definido
una interpretación de su nivel de lenguaje y falsa si no es satisfecha por ninguno.
Así, dice Tarski: 'La nieve es blanca' es verdadero si y solo si la nieve es blanca.

Observemos que tal definición de verdad responde al concepto aristotélico de verdad.​
No tanto a una Teoría de “correspondencia”
que tenga por supuesto la identidad entre la verdad “enunciada”
y la “realidad objetiva de los hechos del mundo”,
que Aristóteles afirma​
y que Tarski no niega sino que establece las condiciones formales del lenguaje
que puede manifestarla.​
Por ello esta definición es formal y no depende de ningún contenido.

Decir de lo que no es que es, 
o de lo que es que no es, es falso, 
y decir de lo que es que es, 
o de lo que no es que no es, es verdadero.

Aristóteles. Met., T, 7, 1011 b 26-8

De esta manera Tarski dio una solución lógica a la famosa paradoja del mentiroso:

“Epiménides el cretense dice que todos los cretenses son mentirosos”.

Paradoja que desde la antigüedad no encontraba un posible sentido de verdad,
siendo, como es, una oración plenamente conforme a las reglas de la gramática.​
Analizando la frase según el esquema propuesto por Tarski:

Lenguaje nivel 1: L1
Nivel de verdad 1: V1
'Epiménides el cretense dice que todos los cretenses son mentirosos' es verdadero si y solo si Epiménides el cretense dice que todos los cretenses son mentirosos

Lenguaje nivel 0: L0
Nivel de verdad 0: V0
'Todos los cretenses son mentirosos' es verdadero si y solo si todos los cretenses son mentirosos

Lo que la lengua escrita, por otro lado, resuelve gráficamente expresándolo de esta forma:

Epiménides el cretense dice: “Todos los cretenses son mentirosos”.

Donde aparecen claramente los dos niveles de lenguaje y el contenido de verdad de cada uno de ellos:

· Lo que dice Epiménides
· El hecho de que todos los cretenses sean mentirosos o no lo sean.



Saul Kripke

Kripke considera que la definición de Tarski es muy artificiosa
y empobrece enormemente la capacidad veritativa del lenguaje ordinario
en el que la gente expresa sus pensamientos.
Pretende devolver al lenguaje objeto, en su caso al lenguaje natural,
su significatividad de verdadero.

Los filosófos han tenido suspicacias 
con respecto al enfoque ortodoxo en tanto que análisis de nuestras intuiciones. 
Sin lugar a dudas nuestro lenguaje contiene una sola palabra “verdad”, 
y no una secuencia de expresiones distintas “verdad”, 
la cual se aplica a oraciones de niveles más altos. 
Un defensor de la posición ortodoxa puede responder en contra de esta objeción 
(en el caso de que no mande a volar de una vez por todas al lenguaje natural, 
como Tarski se inclinaba a hacerlo) 
que la noción ordinaria de verdad es sistemáticamente ambigua: 
su “nivel” en una figuración particular se determina 
por el contexto de la proferencia y por las intenciones del que habla.

Kripke. Esbozo de una teoría de la verdad. Edición castellana, 1984, México. UNAM. p. 12

Kripke considera que la gente en su hablar diario inevitablemente
usa la palabra “verdadero” con un signficado lleno de sentido
y que tiene poco que ver con la definición formal tarskiana.

Teniendo en cuenta la posibilidad de las verdades necesarias a posteriori
tal como las concibe Putnam,
considera que se mantiene el sentido de verdad
en el propio lenguaje objeto sin necesidad de recurrir a niveles diversos de lenguajes.

Para ello es suficiente tener un concepto de verdad parcialmente definida,
en la medida en que la referencia queda fijada por la comunidad de hablantes.

Lo mismo que el nombre propio queda fijado referencialmente por el “bautismo”
y sus sucesivas transmisiones referenciales,
el nombre común puede quedar fijado referencialmente
por un conjunto de descriptores establecidos culturalmente
por la comunidad justificando plenamente el sentido de verdad del lenguaje ordinario.

De este modo la significatividad de una oración
o el carácter de estar bien formada radica
en el hecho de que hay circunstancias especificables
bajo las cuales se dan condiciones de verdad determinada.
Para ello solo necesitamos un esquema semántico
que permita manejar predicados
en los que la referencia queda plenamente fijada
sin tener que recurrir a predicados de esencia.

Considero que ninguna propuesta incluyendo la que he de presentar aquí 
sea definitiva en el sentido de suministrar 
la interpretación del uso ordinario de “verdadero” 
o dar la solución a las paradojas semánticas. 
Por el contrario, por ahora no he pensado a fondo en una justificación detallada de la propuesta, 
ni estoy seguro de cuáles son las áreas exactas y las limitaciones de su aplicabilidad. 
Espero que el modelo aquí suministrado tenga dos virtudes: 
primero que proporcione un área rica 
en propiedades matemáticas y relativas a la estructura formal; 
segundo que estas propiedades recojan en buena medida intuiciones importantes. 
Así pues el modelo ha de ser puesto a prueba por su fertilidad técnica. 
No tiene por qué recoger todas las intuiciones, pero se espera que recoja muchas de ellas.

Kripke. op. cit. p. 20

Dado un dominio no vacío D,
un predicado monádico P(x)
se interpreta mediante un par (S1, S2) de conjuntos de D;

S1 = extensión de P(x);
S2 = complementario de S1;
Entonces P(x) ha de ser verdadero de los objetos en S1
y falso de los objetos en S2.
De no ser así P(x) sería indefinido asumiendo la lógica trivalente fuerte de Stephen Kleene.​

Partiendo de un P(x) elemental que no tiene el predicado de verdadero,
se considera un dominio D, no vacío y significativo,
en el que se establecen las condiciones de “verdadero”, “falso” o “indefinido”.

El sentido de verdad ordinario del lenguaje
se inicia en un dominio significativo del lenguaje (ser blanca)
y un conjunto de objetos que hacen verdadera dicha expresión lingüística, (entre ellos, la nieve).
A su vez un conjunto de objetos que la hacen falsa (entre ellos los cuervos).

El significado de la expresión “la nieve es blanca"
tiene un carácter significativo de verdad en el propio lenguaje objeto.

De la misma forma, siendo P = ser verdadero y x = la nieve es blanca,
tiene significado de verdad: "La nieve es blanca es verdadero".

Pues esa esa expresión como un nuevo segmento unitario, P(x)
se constituye como un nuevo elemento significativo del mismo lenguaje.
De modo que podemos decir en el mismo nivel de lenguaje objeto:
“la nieve blanca es verdadero, es verdadero” y así sucesivamente.

Ciertamente, como dice Kripke,
el análisis llevaría a una serie infinita de segmentos,
pero en el lenguaje ordinario no es necesario.
Y como dice él mismo tampoco lo pretende con su modelo como algo definitivo.

Los críticos de Kripke no obstante consideran
que el esquema no acaba suprimiendo una jerarquía de niveles
aun cuando sean dentro del mismo lenguaje objeto.

Otros consideran que surgen divergencias de contenido de verdad;​
otros que pueden aparecer paradojas cuando se produce autorreferencia del lenguaje.

Otras definiciones

Hay una definición de verdad que aparece en el Dictionnaire de Greimas-Courtés (1979)
que parece hecha aposta para irritar a quienquiera que apoye una semántica veritativo-funcional,
por no hablar de todo partidario de una teoría correspondestista de la verdad:

La verdad designa al término complejo 
compuesto por los términos ser y parecer 
situados en el interior del cuadro semiótico de las modalidades veridictorias, 
en el eje de los contrarios. 
Es útil subrayar que lo «verdadero» está situado en el seno mismo del discurso, 
pues es el resultado de las operaciones de veridicción, 
con lo que se excluye toda relación (o toda homologación) con un referente externo.

Umberto Eco. op. cit. p. 297

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