Chavismo

Hugo Chávez, difunto expresidente de la 
República Bolivariana de Venezuela (2012).

El chavismo es una ideología y movimiento político de izquierda surgido en Venezuela 
alrededor de la figura del expresidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías. 
Asimismo el propio chavismo se identifica como un movimiento cívico-militar 
de orientación socialista y bolivariana. 

Por otra parte, al conjunto de políticas gubernamentales y de base 
que ha emprendido el chavismo se le ha denominado como Revolución bolivariana, 
el cual ha estado enmarcado dentro del fenómeno político latinoamericano de la marea rosa.

Este movimiento ha dominado la política de Venezuela 
a través de los Gobiernos del propio Chávez (1999-2013) y de Nicolás Maduro (2013-actualidad) 
por un período, hasta ahora, de 21 años, 4 meses y 7 días.

En la actualidad el chavismo se divide principalmente entre 
partidarios de Nicolás Maduro y quienes lo rechazan. 
Muchas veces los seguidores de Maduro son denominados como «maduristas», 
término rechazado por el mismo Maduro.​

Etimología
De acuerdo con Elías Jaua, en un principio los seguidores de Hugo Chávez 
se denominaban a sí mismos simplemente como «bolivarianos» hasta el año 2001. 
El término «chavista» surgió originalmente como una palabra peyorativa 
que luego fue reivindicada por los sectores que apoyan a la figura de Hugo Chávez.​

Caracterización
Fuentes ideológicas
Personajes que conforman el «árbol de las tres raíces».
Hugo Chávez gobernó la República Bolivariana de Venezuela entre 1999 y 2013. 
Su pensamiento base está dentro del concepto denominado el «Árbol de las Tres Raíces» 
que toma de inspiración de tres «raíces»: 
  • la raíz bolivariana (por Simón Bolívar), 
  • la raíz zamorana (por Ezequiel Zamora) y 
  • la raíz robinsoniana (por Samuel Robinson, pseudónimo de Simón Rodríguez).​ 
A su vez, el chavismo incorpora ideas de otros líderes de la izquierda 
como Karl Marx, Vladímir Lenin, Che Guevara, Antonio Gramsci, 
Gamal Abdel Nasser, Fidel Castro y León Trotski.​
 Igualmente Chávez manifestaba que se inspiraba en el cristianismo,​ 
incluso llamó «socialista» a Jesús de Nazaret.​

Las posiciones de Hugo Chávez con respecto al pensamiento de Karl Marx 
cambiaron a lo largo de su vida. 
De igual manera rechazó ciertas nociones del marxismo al formular su idea de socialismo.

A lo largo de su vida, Hugo Chávez tuvo algunos contactos con el pensamiento marxista. 
De esta manera, sus primeros contactos fueron de la mano del 
historiador, antropólogo y arqueólogo José Esteban Ruiz Guevara en su natal Barinas. 
Por otra parte, Chávez aseguró que leía clandestinamente obras como el Libro rojo de Mao Zedong 
y ¿Qué hacer? y El Estado y la revolución de Lenin cuando era cadete en la Academia Militar de Venezuela. 
Por otro lado, Hugo Chávez militó en el nunca legalizado Partido de la Revolución Venezolana, 
fundado, entre otros, por los exguerrilleros Douglas Bravo y Fabricio Ojeda. 
Uno de sus integrantes fue Kléber Ramírez Rojas, quien formuló las tesis del Estado comunero 
y redactó las bases programáticas para la insurrección del 4 de febrero de 1992 
liderada por el mismo Chávez.​ 
Igualmente, dentro de la izquierda venezolana, 
tomaba inspiración del marxista disidente Alfredo Maneiro, a quien conoció en 1976.

En 1998, Chávez negó ser socialista y aseguró defender un proyecto 
más allá del socialismo y el capitalismo.​ 
En el principio de su Gobierno manifestaba defender la tercera vía e 
incluso declaró admirar al político británico Tony Blair. 
Más tarde, en 2004, afirmó tener «aproximaciones al pensamiento socialista y progresista».​ 
No obstante, a partir del año 2005 defendió la idea del socialismo del siglo XXI,​
conceptualizada inicialmente por el sociólogo alemán Heinz Dieterich Steffan. 
Sin embargo, el mismo Dieterich rompió con Chávez.​ 
En 2007, Chávez rechazó que el Partido Socialista Unido de Venezuela 
tomara las banderas del marxismo-leninismo, al cual calificó como un «dogma que ya pasó».​ 
Luego, pese a declararse marxista en 2010, 
Chávez decía que su idea de socialismo aceptaba la propiedad privada,​ 
mientras esta no «degenera en la acumulación egoísta»;​ 
aunque llamaba a concretar la hegemonía de la propiedad social.​ 
Igualmente rechazaba el concepto marxista de dictadura del proletariado.​

Se señala al nacionalista argentino Norberto Ceresole, 
negacionista del Holocausto y asesor del dictador peruano Juan Velasco Alvarado, 
como asesor de Hugo Chávez durante la campaña presidencial de 1998; 
sin embargo, aunque Chávez lo reconoció como su amigo negó que fuese su asesor.​

Política exterior
Chávez promovió alianzas con países latinoamericanos, 
sobre todo con los Gobiernos más afines a su línea ideológica.

El chavismo se ha caracterizado por una oposición a la política exterior estadounidense, 
declarando a la Revolución bolivariana como «antiimperialista».

El chavismo busca construir tratados de cooperación entre países de América Latina y el Caribe,​ 
así como acuerdos políticos, militares y comerciales con países opuestos a los intereses estadounidenses
(China, Irán, Libia, Siria, Rusia, etc.).

Por otra parte Hugo Chávez condenó el sionismo, apoyando la causa palestina.​ 
Igualmente Chávez insistió en profundizar la cooperación Sur-Sur​ y en consolidar un mundo multipolar.

Política económica

Chávez fue crítico del dinero fiduciario y 
en su lugar defensor de dinero respaldado como el patrón oro o 
como en su propuesta el petro respaldado en petróleo.

Socialismo chavista
El chavismo defiende la construcción de un modelo propio socialista en Venezuela.

Como parte de la construcción del socialismo, 
Chávez buscaba crear «relaciones de producción e intercambio complementarias y solidarias»,
democratizar los medios de producción y fortalecer la planificación centralizada.​ 
Por otra parte, a diferencia de otras propuestas socialistas, 
Chávez rechazó querer abolir la propiedad privada 
así como también desaprobó la dictadura del proletariado.​

A su vez, el socialismo chavista apoya la formación comunas con su propio sistema económico 
que lleven dentro de sí empresas, bancos y monedas comunales,
además de mecanismos propios de planificación económica.​ 
Todo ello con el fin de construir el Estado comunal.​

Igualmente Chávez defendió la intervención del Estado en la economía 
con políticas como el control de precios, 
pero advertía que la construcción del socialismo debía ser del Estado junto al pueblo: 
«Nosotros no vamos rumbo al estatismo, vamos rumbo al socialismo».​ 
Por otra parte, aseguró que el estatismo lleva al fracaso.​ 
En este sentido, por su defensa a la intervención estatal económica, 
Chávez rechazó el libre mercado por considerarlo como la ley de la selva.​ 
Sin embargo, reconoció que el mercado no se puede negar, 
y planteó, siguiendo a István Mészáros, 
un «mercado socialista» regulado por un Estado revolucionario y socialista.

Por otro lado, la idea de Chávez de socialismo implicaba 
no ver cada empresa por separado sino articuladas entre sí y 
afirmaba que «la segmentación es precisamente uno de los graves problemas 
del sistema capitalista que divide todo en pedazos». 
Esta idea estaba inspirada en el sistema presupuestario de financiamiento del Che.​

Sobre el desarrollo del socialismo en Venezuela, en su último programa de gobierno, 
el Plan de la Patria, publicado en junio de 2012, 
Chávez reconoció que «la formación socio-económica que todavía prevalece en Venezuela 
es de carácter capitalista y rentista», pero a la vez afirmó que 
el «socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros».​ 
Esta misma tesis es defendida por Nicolás Maduro.

En otro orden de ideas, Nicolás Maduro ha manifestado defender 
la instalación de un régimen multimonetario a gran escala 
donde coexistan distintas monedas como el bolívar, el petro, el dólar, 
entre otras divisas extranjeras y monedas digitales, 
a la vez que aprecia que se esté consolidando —producto de la crisis económica— 
un proceso al cual califica de «autorregulación» de la economía, 
donde la población ha optado por el uso de facto del dólar y otras divisas.​ 
Asimismo, ha recomendado leer a Deng Xiaoping, 
líder de la transformación de China hacia la llamada economía de mercado socialista.​

Historia
Orígenes
El Samán de Güere, árbol histórico bajo el cual se realizaba el «juramento bolivariano».

El 17 de diciembre de 1982 Hugo Chávez realiza el llamado «juramento bolivariano» 
bajo el histórico Samán de Güere localizado en el estado Aragua. 
En este juramento se vio acompañado por Felipe Antonio Acosta Carlés, 
Yoel Acosta Chirinos, Francisco Arias Cárdenas, Jesús Urdaneta Hernández y Raúl Isaías Baduel, 
todos ellos con el objetivo de reformar el ejército venezolano e 
iniciar una lucha para construir una nueva república.​ 
Ese mismo diciembre nacía el Ejército Bolivariano Revolucionario, 
renombrado el 24 de junio de 1983 como Movimiento Bolivariano Revolucionario - 200, 
el cual seguía los pensamientos de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, 
ellos tres englobados en el «árbol de las tres raíces».

Más tarde, en 1989, ocurre el Caracazo, el cual es reivindicado por el propio chavismo 
como una rebelión popular que forma parte de su proceso histórico.

Luego, el chavismo empieza a proyectarse en mayor dimensión el 4 de febrero de 1992, 
cuando, en medio de un golpe de Estado fallido contra el presidente Carlos Andrés Pérez, 
Hugo Chávez apareció en los medios de comunicación asumiendo la responsabilidad de la acción y
pidiendo a sus seguidores que se rindieran. 
Esta fue la primera vez que Chávez se proyectaría al mundo.​ 
Después de eso, Chávez fue puesto en prisión y renuncia a su carrera militar.​ 
Durante su estadía en la prisión prepara la propuesta Cómo salir del laberinto.​ 
Cuando sale de la cárcel en 1994, gracias a un indulto del entonces presidente Rafael Caldera,​ 
Chávez se dedica a recorrer Venezuela.

Desde entonces Chávez empieza a aglutinar el apoyo de diversos sectores de la población venezolana 
incluida gran parte de la izquierda venezolana y 
parte del empresariado con la intención de reivindicar el pensamiento bolivariano y 
refundar el Estado venezolano a través de una asamblea constituyente.​ 
En esos años, exactamente en 1997, nace el Movimiento Quinta República (MVR), 
plataforma electoral que, junto al apoyo del Polo Patriótico, 
lleva a Chávez al poder en las elecciones presidenciales de 1998.

De acuerdo con el politólogo Jesús Azcargorta, 
Hugo Chávez durante su primera campaña presidencial 
«criticó ferozmente al status quo, que la mayoría de los venezolanos 
asociaba con corrupción y elitismo». 
Además, «atrajo a distintos grupos sociales, instrumentalizando muy bien la noción de ‘pueblo’ 
para acercarse al ciudadano de a pie».

Presidencia de Chávez

Durante su presidencia, Hugo Chávez transformaría profundamente la política venezolana 
así como también la dinámica de las relaciones latinoamericanas y caribeñas. 
De igual manera, ningún presidente venezolano reciente llegó a tener 
un perfil internacional tan alto como el de Hugo Chávez.

Para Jesús Azcargorta, el Gobierno de Hugo Chávez 
se caracterizó por gestarse durante un tiempo de altos precios del petróleo 
—principal fuente de ingresos de Venezuela— y un auge de la izquierda en América Latina, 
lo cual le garantizó «apoyos duraderos».​ 
De hecho, la BBC Mundo resalta que Hugo Chávez 
fue «responsable de recibir el liderazgo de la izquierda latinoamericana y renovarla» en su momento.

Por su parte, Claudia Zilla, de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, 
señala que gracias al «boom petrolero», Chávez pudo fundar numerosos programas sociales 
que se articularon con un discurso político convincente con el cual, entre otras cosas, 
«politizó fenómenos como la desigualdad económica» y 
permitió a la población sentirse incluida socialmente.​ 
Sin embargo, Zilla argumenta que también se generó una exclusión política 
contra el adversario gracias a un discurso polarizante.​

El 16 de junio de 2013 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO por sus siglas en inglés) 
entregó un diploma en Reconocimiento de progresos notables y excepcionales 
en la lucha contra el hambre al Gobierno venezolano, 
señalando que fue «a través de los subsidios en los alimentos que son ofertados 
a través de la red de abastecimiento de alimentos del Estado».

Era pos-Chávez
Tras el fallecimiento de Hugo Chávez, 
Nicolás Maduro se ha convertido en el principal líder 
de la llamada Revolución bolivariana.

Tras el fallecimiento de Chávez, Nicolás Maduro 
se comprometió a continuar con el proyecto chavista como presidente.​ 
Incluso el mismo Maduro afirma que no existe el «madurismo».​ 
Por otra parte, también se posiciona el término «chavomadurismo», 
indicando simplemente una versión del mismo chavismo.

Venezuela durante el Gobierno de Maduro 
se ha caracterizado por una crisis económica, política y social, 
pero el oficialismo defiende la tesis de que existe una «guerra económica» contra Venezuela.​ 
Sin embargo, incluso sectores de izquierda chavistas y no chavistas 
han rechazado la existencia de dicha «guerra económica» 
responsabilizando al Gobierno y élites 'enchufadas' por la crisis.​

De igual manera, el Gobierno de Maduro ha sido fuertemente criticado por sectores chavistas, 
quienes acusan al actual mandatario de haberse alejado del ideario revolucionario 
y apegarse más a una política de tono burgués. 
Otros acusan a Maduro de usar las imágenes de Bolívar y Chávez como «mascotas de campaña» 
y así, desviar la atención de los actuales problemas de la población, 
ignorando deliberadamente la autocrítica de diversos críticos chavistas a la gestión «madurista».

Por su parte, Nicolás Maduro reconoce que han fallado en el desarrollo de las fuerzas productivas 
a la vez que admite «el viejo modelo de capitalismo de Estado corrupto, ineficiente y corruptor» 
propio del tradicional rentismo petrolero venezolano 
se ha conjugado en forma contradictoria con un modelo estatista que «pretende ser socialista».

Sin embargo, más allá de la identificación como chavista, según la encuestadora Datanálisis, 
la imagen de Hugo Chávez para 2018 era valorada positivamente en un 50 %.

Por otra parte, de acuerdo con un reportaje de la BBC Mundo 
en vísperas de las elecciones presidenciales de 2018, 
los chavistas que apoyaron a Maduro en dichos comicios 
lo hicieron «por convicciones políticas, por experiencias personales, 
por no encontrar una alternativa mejor o por fidelidad a Hugo Chávez».​ 
Se ha descrito incluso cierta ruptura dentro del chavismo oficialista.

Críticas

Los críticos acusaron de populista a Hugo Chávez desde sus inicios y 
señalaron que parte de su política era una nueva forma de asistencialismo no religioso.​ 
La economía era estaba controlada por medio de decretos presidenciales 
en la época de Chávez con poca experiencia. 
Aunque la intención era reducir la dependencia del petróleo, 
las pocas empresas rentables quebraron.​ 
Además, la petroeconomía era saqueada por los funcionarios instalados por el régimen: 
en Suiza, aproximadamente $ 100 millones en posibles sobornos habían sido bloqueados en 2014 
por un caso que involucraba mil millones de dólares. 
Los procedimientos contra PDVSA están pendientes en los tribunales estadounidenses y 
en el regulador bancario suizo. 
Según un informe del Parlamento venezolano, se desviaron no menos 
de $ 11 mil millones entre 2004 y 2014. 
Nervis Villalobos, viceministro de Energía Eléctrica de 2004-2006, 
fue arrestado con otros tres funcionarios de PDVSA en España en octubre de 2017.​

A pesar de exhibir una retórica socialista, 
los críticos han calificado al chavismo como capitalismo de Estado.​ 
En una entrevista de 2017, el filósofo Noam Chomsky, 
al ser cuestionado si tomaría la economía en quiebra de Venezuela 
como una admisión de que el socialismo «destrozó la vida de las personas», 
dijo: «Nunca describí al gobierno capitalista de Estado de Chávez como “socialista”, 
ni siquiera insinué tal absurdo. 
Estaba bastante alejado del socialismo. El capitalismo privado se mantuvo. [...] 
Los capitalistas eran libres de socavar la economía en todo tipo de formas, 
como la exportación masiva de capital».​ 
Los críticos también frecuentemente apuntan hacia el gran sector privado de Venezuela: 
en 2009, aproximadamente el 70 % del producto interno bruto de Venezuela 
fue creado por el sector privado.​

Heinz Dieterich Steffan, ideólogo del «socialismo del siglo XXI», 
tuvo una tensa relación con Chávez
—el sociólogo alemán dijo que 
el modelo ampliamente promovido por la propaganda chavista 
no se estaba aplicando en Venezuela— 
hasta 2007, cuando Steffan defendió al general Raúl Isaías Baduel, 
quien dirigió la campaña del no en el referéndum constitucional de ese año.

En abril de 2018, la principal revista izquierdista de Francia, 
Les Temps Modernes, fundada por Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en 1945, 
declaró su ruptura con el régimen chavista venezolano 
al denunciar que la Revolución Bolivariana había resultado ser un «gran fracaso»; 
en una serie de ensayos y entrevistas a intelectuales de izquierda, 
la revista abordó los aspectos políticos, económicos y sociales que llevaron al fiasco del modelo.

Por su parte, Eduardo Molina de La Izquierda Diario, periódico 
afiliado a la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional, 
acusó al chavismo de dejar a Venezuela en una «abismal crisis económica y social» 
el cual es producto de la bancarrota del tradicional capitalismo 
dependiente basado en el rentismo petrolero que el propio chavismo exacerbó, 
además de entregar recursos naturales al capital extranjero, 
con pago «a rajatabla» de la deuda externa, 
gobernando con un estado de excepción permanente que militariza barrios populares, 
que impide elecciones sindicales libres, persigue activistas y 
deja sin legalidad a corrientes de izquierda.

Por otro lado, el economista venezolano Manuel Sutherland 
afirmó que «más que una transformación socialista (o desarrollista), 
la economía venezolana vivió una masiva transferencia de renta hacia el capital importador y 
hacia una casta burocrático-militar que vive a costa de las arcas públicas». 
Además, lo caracterizó como un «nacional-populismo militarista» y 
más parecido a una variante del 
«rentismo petrolero» del primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979).

El expresidente uruguayo José Mujica, quién fuera amigo de Chávez en vida 
y que en la actualidad se ha distanciado de Maduro 
(aunque sin dejar de ser crítico de su oposición), 
declaró sobre el chavismo y sus ramas que «debe haber una negociación política 
porque en el largo plazo no hay un chavismo, 
hay varios chavismos» y afirma que «hay tantos chavistas, o más, 
fuera del Gobierno que los que hay en el Gobierno [de Maduro]». 
Aún así, comparó el fenómeno del chavismo con el del peronismo, y 
concluye en que «el chavismo en Venezuela puede desembocar 
en algo parecido al peronismo en Argentina, 
que es un híbrido entre política y religión, con hondas raíces populares».

Por su parte, Juan Guaidó ha señalado en Venezuela 
«no hubo socialismo porque no hay justicia social»​ ni rasgos de igualdad y 
«ni siquiera de respeto a la clase obrera y trabajadora, porque no hay libertad sindical», 
afirmando que hay una «dictadura desclasada» en su país.

Un elemento constante del que algunos acusan de la retórica de Chávez 
fueron las teorías de conspiración, generalmente mezcladas con antisemitismo desde 2006.​ 
En principio, las conspiraciones y los países extranjeros 
tenían la culpa de cualquier deficiencia en el país,​ 
acusaciones que continuaron y se intensificaron con su sucesor en la presidencia. 
Nicolás Maduro insultó a Barack Obama como el «jefe mayor de los diablos» 
—de manera similar a los exabruptos de Chávez contra George W. Bush—​ 
y comparó a Donald Trump con Adolf Hitler. 
A raíz de las declaraciones propagandísticas de Maduro en febrero de 2019 
de que los suministros de la ayuda humanitaria estaban envenenados, 
también hubo personas que se negaron a tomar comida de extraños 
durante la escasez de alimentos por los cortes de energía eléctrica a nivel nacional un mes más tarde.

Opiniones académicas

La investigación académica sobre el chavismo 
muestra un consenso considerable al reconocer su giro temprano hacia la izquierda y 
su fuerte componente populista. 
Sin embargo, además de estos dos puntos, existe un desacuerdo significativo en la literatura. 
Según Kirk A. Hawkins, los académicos generalmente se dividen en dos campos: 
uno «liberal democrático» que ve el chavismo como una instancia de retroceso democrático y 
uno «democrático radical» que defiende al chavismo como 
el cumplimiento de las aspiraciones de democracia participativa. 
Hawkins argumenta que la división más importante entre estos dos grupos 
no es metodológica ni teórica, sino ideológica. 
Es una división sobre los puntos de vista normativos básicos de la democracia: 
liberalismo versus radicalismo.​
Los académicos de la «democracia liberal» se adhieren a una ideología liberal clásica 
que valora la democracia procesal 
(elecciones competitivas, participación popular definida principalmente 
en términos de votación y libertades civiles) 
como el medio político más adecuado para lograr el bienestar humano. 
Muchos de estos académicos tienen una visión liberal de la economía, 
aunque algunos son socialdemócratas moderados que critican el neoliberalismo. 
Ellos ven el chavismo bajo una luz mayormente negativa, 
como un caso de retroceso democrático o incluso autoritarismo competitivo 
o régimen autoritario electoral. 
Los aspectos más relevantes de la crítica liberal del chavismo son los siguientes:
  • No garantizar elecciones libres y justas debido a fraude o cambios frecuentes de las reglas electorales. 
  • El Gobierno también viola los principios de libertad electoral, especialmente durante y después del referéndum revocatorio de 2004. Muchas de estas violaciones fueron posibles debido a la parcialidad del Consejo Nacional Electoral.
  • Violación de las libertades civiles. Varias libertades civiles experimentaron reveses significativos bajo el régimen de Chávez, como la libertad de asociación y de expresión. Algunos de los reveses más significativos se encuentran en la libertad de prensa, en la que el chavismo ha utilizado varios medios para restringir el funcionamiento de los medios comerciales.
  • Infracción de la separación de poderes. Los eruditos liberales argumentan que el chavismo elimina la separación de poderes entre las ramas del Gobierno al manipular para producir una supermayoría en el Tribunal Supremo de Justicia. Además, en 2006, el Gobierno había removido a cientos de magistrados de tribunales inferiores y amenazó con destituir y enjuiciar a cualquier juez que se atreviera a emitir fallo contra el régimen.
  • Discriminación política y exclusión de los partidos de oposición. Bajo el régimen chavista, los recursos estatales se utilizan para favorecer al titular, mientras que los partidos de oposición carecen de acceso a los medios y las instituciones legales son capturadas por el Gobierno. Además, muchas fuentes citadas por académicos liberales sugieren que las iniciativas participativas del régimen se utilizan como infraestructura de campaña.
  • Socavando el Estado de derecho. Los críticos liberales presentan tres ejemplos principales: 
    • (i) la politización del poder judicial y la burocracia violó el debido proceso y facilitó el crecimiento de la corrupción; 
    • (ii) la voluntad del Estado de intervenir y expropiar la industria privada, muchas veces a través de medios legales cuestionables, sirvió para debilitar los derechos de propiedad; y
    • (iii) los niveles de crímenes violentos se dispararon.
Los académicos la «democracia radical» generalmente 
se adhieren a una ideología socialista clásica que desconfiaba de las instituciones del mercado, 
ya sea en el Estado o la economía. 
Ven a la democracia procesal como insuficiente para garantizar la inclusión política 
—aunque aún reconocen la importancia de las instituciones democráticas liberales— 
y enfatizan las formas participativas de democracia y 
la propiedad colectiva de los trabajadores en la economía. 
Tienden hacia descripciones del movimiento que celebran sus características participativas o 
analizan sus debilidades potenciales para lograr sus objetivos revolucionarios. 
La mayoría de estos estudiosos apoyaron el chavismo y 
ayudaron a constituir el ala civil del movimiento. 
Los académicos radicales argumentan que la democracia solo puede volverse efectiva 
si se profundiza y sienten que el chavismo está haciendo esto, 
lo que requiere no solo una mayor inclusión de los sectores pobres y excluidos en la toma de decisiones,
sino también su reconstrucción en una nueva identidad «popular» 
que facilita su autonomía y dignidad. 
Para algunos de estos académicos, profundizar también significa la adopción de una economía socialista
y algunos argumentan que requiere tomar el poder a través de un liderazgo carismático, 
que tendría suficiente apoyo político para llevar a cabo reformas estructurales.

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