Populismo 1ª Parte

"El arresto del propagandista" es un cuadro de Ilya Repin 
que reproduce la represión zarista del movimiento de estudiantes 
rusos que bajo el lema "Ir al pueblo", divulgaban entre los 
sectores populares las obras censuradas originando el movimiento populista.

El populismo, según la RAE, es una «tendencia política que pretende atraerse a las clases populares».​
Su origen es un movimiento ruso del siglo XIX, llamado narodnismo (народничество), 
término que se traduce al español como populismo, derivado del lema "ir hacia el pueblo", 
que obraba como guía para los movimientos democráticos rusos de la segunda mitad del siglo XIX.


Aunque se trata de un concepto difícil de definir con exactitud 
ya que designa realidades diferentes, en algunas corrientes de las ciencias sociales 
es concebido como una ideología que se basa en la diferenciación y la oposición dualista 
entre «el pueblo» (que es visto como una entidad soberana) y 
«la élite» (concebida como una expresión de desigualdad política no deseada). 
Por otro lado, el uso del calificativo «populista» se hace habitualmente 
en contextos políticos y académicos, de manera peyorativa, 
sin que del término se desprenda por sí mismo una evidente identificación ideológica, 
sino estratégica —dentro del espectro izquierda-derecha—.

Quienes piensan que el populismo constituye una corriente política con características objetivas,
destacan aspectos como la simplificación dicotómica, el antielitismo (propuestas de igualdad social 
o que pretendan favorecer a los más débiles), 
el predominio de los planteamientos emocionales sobre los racionales, 
la movilización social, etc. 
Otros estudiosos consideran que el populismo es la contracara del elitismo y 
que el sistema político más adecuado es el pluralismo, 
que no cae en ninguno de ambos extremos, 
haciendo que el poder fluctúe entre todos los agentes políticos, equilibrando las diferencias;​ 
está visión cuestiona la idea inicial de la Constitución de los Estados Unidos, 
"We the people" (Nosotros el pueblo), para sostener que no existe "el pueblo", 
sino que existen múltiples pueblos en cada país.

Definición - Un término polémico

El término «populismo» se suele usar de forma retórica en sentido peyorativo 
con la finalidad de denigrar a los adversarios políticos,​ 
hasta el punto de identificar «populismo» con demagogia, como hace Ralf Dahrendorf: 
«Populistas a la derecha, populistas a la izquierda. 
Quien dice "populismo" se adentra en un terreno difícil… 
En todo caso, el concepto de populismo es peyorativo… 
Hablamos entonces de demagogia, y la demagogia tiene un gran repertorio de métodos».​ 
Una posición similar es la que sostiene Francesc de Carreras.

Asimismo el término «populismo» se suele usar en contextos muy diferentes 
sin precisar una definición clara de su significado. 
Se ha llegado a aplicar en el ámbito religioso para calificar 
a la teología de la liberación y a la teología del pueblo, 
—el propio papa Francisco ha sido calificado como populista—​ e 
incluso para referirse a la acción política de los grupos económicos concentrados, 
con la expresión «populismo del capital». 
Hay autores que llegan a negar que se pueda definir el término populismo. 
Es el caso, por ejemplo, de Ezequiel Adamovsky que 
cuestiona la validez científica del populismo como categoría: 
«¿Sirve una categoría que se le puede aplicar tanto a la coalición de izquierda griega de Syriza 
como a sus enemigos del movimiento neonazi Amanecer Dorado? 
Como concepto para entender la realidad, el populismo se ha extinguido». 
Este mismo autor afirma lo siguiente:
Es un término que se utiliza para definir una serie de fenómenos políticos muy disímiles, 
que no tienen nada en común, y que agrupan por ejemplo 
a alguien autoritario, misógino, de derecha y xenófobo como Donald Trump y 
también pretende meter en la misma bolsa a Podemos en España, 
que en todos esos rubros tiene ideas exactamente opuestas. 
Pretende meter la ultraderecha junto con la izquierda; 
a gobiernos de tendencia centro izquierdista latinoamericanos 
junto con grupos neonazis de Alemania. 
Y el modo en que los agrupa es metiendo en una misma bolsa 
justamente todo lo que se aparta de lo que se supone que 
es el ideal de buena democracia, que no es otra cosa que la democracia liberal.

Las definiciones del «populismo» desde América Latina

En América Latina, donde el estudio del populismo tiene una larga trayectoria, 
se han formulado cuatro definiciones del término «populismo»: 
estructuralista, económica, político-estratégica y discursiva.

  • Estructuralista La estructuralista define el populismo «como un tipo de régimen político que se sustenta en una alianza multiclasista y un liderazgo carismático con el objetivo de implementar el denominado modelo de desarrollo de industrialización por sustitución de importaciones.
  • Económica La económica, que tiene un sentido peyorativo, identifica el populismo con «un conjunto de políticas macroeconómicas promovidas con el fin de ganar elecciones, pero que, una vez implementadas, terminan por generar niveles de gasto insostenible y desencadenan, tarde o temprano, profundas políticas de ajuste».
  • Político-estratégica La tercera definición, la político-estratégica, concibe al populismo «como liderazgos personalistas que son capaces no solo de movilizar a una gran cantidad de votantes que no tienen vinculaciones entre sí, sino también de montar una maquinaria electoral con escasa institucionalidad que es dirigida por el líder personalista en cuestión».​
  • Discursiva En cuarto y último lugar, la posición discursiva define el populismo como «la construcción de una identidad popular que articula una serie de demandas insatisfechas mediante la identificación de una elite que se opone a los designios del pueblo». Hay que señalar que esta última definición se ha extendido fuera de América Latina gracias a la influencia de los escritos del filósofo argentino Ernesto Laclau.
Por su parte el argentino Juan Santiago Ylarri propone 
como los rasgos que más frecuentemente se encuentran presentes 
en aquellos movimientos catalogados como populistas los siguientes: 
  • rechazo a los profesionales de la política; 
  • desconfianza en las instituciones públicas existentes; 
  • diálogo directo entre la dirección del movimiento y la base social; 
    • fuerte voluntad de movilización y participación; 
    • retórica nacionalista; 
    • liderazgo caudillista.
La definición «ideacional» del populismo

En la segunda década del siglo XXI 
se ha difundido el llamado «enfoque ideacional» sobre la definición del populismo 
al considerar este como un discurso, una ideología o una cosmovisión. 
Cas Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser, partiendo de este enfoque, 
definen así el populismo: «una ideología delgada, que considera 
la sociedad dividida básicamente en dos campos homogéneos y antagónicos, 
el pueblo puro frente a la elite corrupta, y 
que sostiene que la política debe ser la expresión de la voluntad general (volonté générale) del pueblo».

Al calificar de «delgada» la ideología populista Mudde y Rovira Kaltwasser 
quieren decir que está poco desarrollada 
―su núcleo ideológico y sus conceptos son limitados, 
a diferencia de ideologías «gruesas» o «plenas» como el socialismo, el liberalismo o el fascismo― 
por lo que para definir su mensaje los populistas tienen que recurrir necesariamente a otras ideologías
―«ideologías huésped», las llaman Mudde y Rovira Kaltwasser―, 
lo que explicaría que el populismo haya adoptado múltiples formas 
en diferentes lugares y épocas y que existan populismos de derechas y de izquierdas 
—los de derechas tendrían como «ideología huésped» algún tipo de nacionalismo y 
los de izquierdas alguna forma de socialismo—.​ 
En este sentido el populismo es «una suerte de mapa mental gracias al cual 
los individuos analizan y comprenden la realidad política». 
Sus ideologías opuestas serían el elitismo, que cree que «el pueblo» es peligroso, deshonesto y vulgar; y
el pluralismo, que es contrario a la visión dualista y maniquea tanto del populismo como del elitismo.

En la definición de Mudde y Rovira Kaltwasser se incluyen lo que 
ellos llaman los tres «conceptos centrales» del populismo: 
el pueblo, la elite y la voluntad general. 

El concepto «el pueblo» es entendido por el populismo en tres sentidos: 
como detentador de la soberanía 
―los populismos propugnan «devolverle el gobierno al pueblo» 
frente a unas elites que lo han usurpado―, 
como «la gente común» ―reivindicando la dignidad y el reconocimiento 
de los grupos que por su posición socioeconómica o sociocultural son «excluidos» del poder, 
como los «descamisados» del peronismo― y 
como la nación ―como la comunidad nacional definida en términos cívicos o étnicos―. 

Por su parte la elite, calificada como «corrupta» y «usurpadora» de la voz del pueblo, 
es definida sobre la base del poder, por lo que sería equivalente al establishment e 
incluiría a los líderes políticos, económicos y mediáticos. 

El tercer «concepto central» del populismo es la voluntad general o «voluntad del pueblo», 
una idea tomada de Rousseau del que los populistas comparten su crítica al gobierno representativo y 
su preferencia por la democracia directa.​ 
Un ejemplo de cómo entienden los populistas el principio de la voluntad general 
puede ser el siguiente fragmento del discurso inaugural de Hugo Chávez de 2007: ​
Todos los particulares están sujetos al error o a la seducción; 
pero no así el pueblo, que posee en grado eminente 
la conciencia de su bien y la medida de su independencia. 
De este modo, su juicio es puro, su voluntad fuerte; y 
por consiguiente, nadie puede corromperlo, ni menos intimidarlo.

Estos mismos autores señalan tres tipos de movilización populista: 
el liderazgo personalista —que constituye «la forma de movilización populista por antonomasia»—, 
el movimiento social —el menos frecuente— y 
el partido político. 
El predominio de uno u otro tipo de movilización depende del tipo de sistema político en el que opere. Así, el liderazgo personalista es más frecuente en los sistemas presidencialistas, 
mientras que el partido político predomina en los sistemas parlamentarios.

CONTINUARÁ

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